El Palacio de Carondelet, ubicado en el centro histórico de la ciudad de Quitburgo, es una de las residencias históricas de la familia real quiteña. Aunque no ha sido habitado desde el regreso a la monarquía en 1979, se ha convertido en un museo abierto al público durante todo el año, además del custodio de las joyas de la Corona de Quito.
El edificio fue el centro del poder colonial español en la Real Audiencia de Quito hasta la independencia en 1822, época en la que el palacio sirvió como gobernación del Departamento del Sur de la Gran Colombia, a la que pertenecía el territorio. A partir de 1830, cuando se estableció una nación quiteña totalmente independiente, con Antonio José de Sucre como su emperador, se convirtió en la primera sede de la nueva monarquía.
Tras la construcción del Palacio de El Ejido (1844), al cual se mudaron el Emperador y su familia, Carondelet siguió usándose para ceremonias protocolares y sitio de trabajo debido a su ubicación en el centro de la capital. Cuando la entonces princesa María Teresa contrajo matrimonio con Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha, ambos refaccionaron el vetusto palacio para mudarse allí, y desde entonces se convirtió en la residencia tradicional de los príncipes herederos del trono quiteño hasta la proclamación de la República de Quito en 1972.
En la actualidad Carondelet es, además de un museo de artes decorativas en el que se pueden apreciar varias obras de la Colección Real, el lugar donde se custodian y exhiben las joyas de la Corona quiteña, mientras que sus salones son usados ocasionalmente para varias ceremonias de Estado.